Con la mente puesta en cuidarnos o lograr una mejoría estética hay momentos en los cuales les buscamos una salida rápida a las cosas. En los dos últimos años esta premisa condujo a que muchos tucumanos opten por sumar suplementos dietarios en sus dietas.

Pese a comer un menú variado a veces el organismo no alcanza a producir o absorber los nutrientes suficientes para mantenerse en equilibrio. “En estas situaciones los suplementos representan una buena alternativa para cubrir (de manera prolongada) cualquier carencia que tenga una persona sana. Por ejemplo, resultan útiles para fortalecer el sistema inmunitario luego de una enfermedad o mejorar la condición general de nuestra piel, uñas y cabello”, comenta la médica nutricionista Natalia Acosta.

Sin embargo, dichos productos no son iguales a los medicamentos y tampoco deberían tomarse por simple capricho. “Su fácil acceso en las farmacias, herboristerías, dietéticas e internet hizo que cualquiera logre comprar una caja sin preocuparse demasiado por su composición o qué tan reales son los efectos que promete”, prosigue.

En el 80 % de los casos, los consumidores suelen usarlos como una salida rápida para conseguir mayor concentración, vitalidad o sentirse renovados sin gastar mucha energía en planificar sus hábitos saludables. “Al respecto, es frecuente que lleguen al consultorio pacientes que ya consumen por decisión propia alguna cápsula, hierba o alimento específico que consideran efectivo”, agrega.

En cuanto a nuestra alimentación, la profesional afirma que en Tucumán predominan dos tendencias opuestas, pero igual de nocivas. “Por un lado está la gente que prefiere ingerir pastillas y siempre busca alternativas farmacológicas para mejorar sus valores nutricionales, régimen de comidas o cuerpo. Por el otro, existen quienes rechazan la ingesta de tanta 'cosa artificial' y prefieren optar por las hierbas o los remedios ancestrales-naturales”, explica Acosta.

Aunque ambas alternativas son válidas (al menos cuando no pecamos de extremistas) hay una regla que pasa desapercibida. “La sobrecarga informativa que sufrimos en esta década -junto a su mala gestión- nos hizo creer que lo que vale para un individuo o grupo también lo hace para nosotros. Esa idea es peligrosa porque conduce a aceptar consejos genéricos y, en este caso, a consumir suplementos dietarios sin una prescripción, consulta ni chequeo médico previo”, enfatiza la médica nutricionista Ara Villalobo.

Efectos adversos

De no contar con un acompañamiento médico adecuado, los suplementos dietarios pueden producir efectos adversos. Para evitarlos hay que aprender a regular sus dosis e identificar cuales son los requerimientos verdaderos del cuerpo. Durante la menopausia o la vejez hay algunos suplementos que son indispensables para contrarrestar el paso del tiempo.

Algo parecido ocurre al llevar determinados estilos de vida, a los veganos o vegetarianos se les suele recomendar suplementos de hierro y las mujeres embarazadas o personas mayores requieren de multivitamínicos. “Acá no se trata de estigmatizar los suplementos, sino de usarlos de manera correcta, con el acompañamiento profesional que merecen para no ser engañados por las publicidades. Como su nombre indica son un elemento que suple, complementa a otro, pero jamás van a reemplazar a una correcta alimentación y rutina de autocuidado”, advierte Villalobo.

Entre las consecuencias de una mala administración aparecen afecciones en el hígado y los riñones o el aumento de la presión y frecuencia cardíaca. Además de trastornos gastrointestinales, diarreas, dolores de pecho o cefaleas al excedernos con las dosis de vitaminas (el cuadro se denomina hipervitaminosis).

“Al ser de venta libre también hay probabilidades de sufrir intoxicaciones por adquirir productos que no fueron regulados por la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (Anmat) o que su empleo enmascare una patología caracterizada precisamente por el déficit de x vitamina, mineral, etcétera”, indica.

Debido a la falta de legislaciones más rígidas en el mercado nutracéutico, ambas doctoras recomiendan no dejarnos guiar por las descripciones que figuran en los envases (“tecnología especial”, “efectos inmediatos”, “número uno en el extranjero”). Ante la duda un tip sencillo consiste en chequear los ingredientes que trae el suplemento y cotejar sus estudios de respaldo. En la web de la Sociedad Internacional Nutrición Deportiva figura un listado de acceso público que refleja cual es el estado de situación de cada suplemento y sus análisis clínicos.

Clasificación

En base a su función los suplementos dietarios pueden clasificarse en:

1. Antioxidantes

Su propósito apunta a combatir los radicales libres y retrasar así el envejecimiento prematuro de la piel u otros tejidos. Los suplementos de este tipo también se sugieren para prevenir la aparición de enfermedades crónicas o propias de la edad.

“En el grupo, aparecen las etiquetas que tienen resveratrol o vitamina A, E y C. La principal advertencia para no comernos el verso es que sus resultados únicamente logran apreciarse si mantemos un consumo sostenido por varios años y los complementamos con una dieta idónea”, alega el médico Mauricio González.

2. Proteicos

Los suplementos proteicos están pensados para favorecer el aumento de la masa muscular. Su principal uso se da en el ámbito deportivo al potenciar la hipertrofia de los músculos y permitirnos disponer de los aminoácidos suficientes que demanda la actividad.

“Comúnmente se recomiendan para la gente que busca modificar su composición corporal u optimizar el entrenamiento en un gimnasio. No obstante, todo depende de nuestras metas personales y la intensidad o frecuencia del ejercicio. En paralelo, hay que acompañarlos con una dieta rica en proteínas vegetales y animales”, especifica el deportólogo.

3. Termogénicos

Los suplementos dietarios termogénicos suelen ser la “estrella del verano”. En resumen, se los elige para quemar la grasa acumulada en el cuerpo. Los resultados se deben al aumento de nuestro metabolismo basal y el efecto termogénico.

En esta categoría aparecen las marcas que incluyen en sus compuestos activos la cafeína, la capsaicina,  el té verde, el ajo, el guaraná o la l-carnitina..

4. Hipercalóricos

Los suplementos hipercalóricos nos ayudan a ganar peso. En general, suelen estar compuestos por pequeñas dosis de grasas, vitaminas, minerales y carbohidratos.

“A diferencia de la categoría anterior, estos suplementos son indicados por un médico si existe una mala alimentación, padecemos anemia, desnutrición o alguna enfermedad que provoque una pérdida sustancial de peso (como cáncer o la diabetes)”, añade González.